25/03/2025
Recomendado por la Biblioteca de Totana
Disponible además en eBiblio Murcia
Caperucita es un clásico de la literatura sobre la iniciación a la vida adulta, sobre los peligros a los que tenemos que hacer frente y la exigencia de hacerlo en libertad y soledad. Carmen Martín Gaite nos recrea magistralmente esta historia y la adapta a la sociedad en la que vivimos, con una Caperucita que es una niña de hoy y que se mueve en un bosque muy diferente (Manhattan), aunque también se encontrará con los personajes del famoso cuento, aquí completamente diferentes: miss Lunatic, mister Wolf, etc. Al leer Caperucita en Manhattan, uno de los grandes éxitos de la literatura juvenil, se nos proporciona la ocasión de reflexionar sobre nuestro propio mundo, sobre la manera en que nosotros intentamos cada día ser diferentes y sobre cómo ser nosotros mismos en la sociedad en que nos ha tocado vivir.
Sara es una niña de nuestro tiempo, pertenece a una familia sencilla y tiene algo en común con todas las Caperucitas: está aprendiendo, reuniendo experiencias acerca de la familia, la amistad, la soledad, el peligro, la monotonía de la vida diaria y el ejercicio de la libertad. Está creciendo y experimentando sensaciones, unas veces tristes y otras alegres y esperanzadoras; pero, sobre todo, está aprendiendo a tomar decisiones, a elegir aquello que considera mejor y a tomar partido cuando es necesario. Está sufriendo su rito de iniciación. La Caperucita de Carmen Martín Gaite hará un descubrimiento para siempre: la libertad. A partir de ese momento todo cuanto haga o decida estará impregnado de ese sentimiento.
Las mujeres de esta historia son seguramente más interesantes que los hombres. Frente a una madre trabajadora, esposa sumisa y, sobre todo, buena repostera, hay una abuela exestrella de Broadway que no se resigna a envejecer y que pretende mantener intacto su atractivo para los hombres. No es buena ama de casa –aunque sabe serlo- y aborrece la monotonía en la que vive su hija; sobre todo odia los constantes temores hacia todo y todos. Sara, que se muestra obediente con su madre, admira y adora a su abuela, que no está enferma y no quiere en modo alguno ser cuidada ni mimada con tartas de fresa, pero tiene mucho empeño en adiestrar a su nieta para la vida y, sobre todo, para el ejercicio de la libertad.