La Biblioteca de Mazarrón se suma a una nueva sesión del Ciclo de Patrimonio impulsado a través de la red de bibliotecas. Lo hará de la mano de María del Pilar Jorquera Carvajal quien nos introducirá en la apasionante vida de José Toral y Velázquez.
Es graduada en Historia del Arte y máster en Investigación y Gestión del Patrimonio Histórico-Artístico y Cultural en la Universidad de Murcia.
Natural de Mazarrón, ha centrado sus estudios y publicaciones en el patrimonio religioso y militar del municipio. Actualmente, trabaja cómo guía e informadora turística en los museos de Mazarrón, así como, preceptora de recursos turísticos en Lorca, al tiempo que continúa su labor como investigadora contribuyendo a dilucidar diversas lagunas históricas y patrimoniales en la Región de Murcia.
JOSÉ TORAL Y VELÁZQUEZ (Mazarrón, 1832-Madrid 1904).
Fue el último gobernador militar de Cuba hasta la caída de la ciudad de Santiago frente a las tropas norteamericanas en 1898. Comandó la guarnición militar de Guantánamo y tras el estallido de la guerra hispanoamericana.
A su regreso a España fue acusado del colapso del ejército español y de entregar la ciudad a los norteamericanos. En realidad la responsabilidad de la derrota debió recaer en sus antecesores Arsenio Linares y Ramón Blanco que plantearon estrategias de defensa totalmente erróneas. El tribunal militar que lo juzgó le absolvió de todos los cargos que pesaban sobre él; sin embargo, la presión social hizo que acabase enajenado e ingresado en el hospital psiquiátrico de Carabanchel.
Pasó a la Historia por ser el gobernador militar que firmó la capitulación de Santiago de Cuba, poniendo así fin a siglos de preponderancia del imperio español a ambos lados del Atlántico. Este papel le llevó a ser un personaje incomprendido y no bien tratado por la prensa y la sociedad de la época. Pero lo cierto es que, según quienes han estudiado su figura, la decisión del general Toral y Velázquez logró salvar muchas vidas de españoles que hubieran luchado ante un imperio como el estadounidense que llegó a Cuba mostrando su superioridad ante otro imperio que daba sus últimos coletazos.
A pesar del desprecio que injustamente sufrió este mazarronero, su ciudad natal le ha reconocido con una calle que lleva su nombre.