El otoño ha llegado y el paisaje de mi ciudad ha transformado. Los arboles ya no son verdes, ni dan sombra, unos se han quedado delgados y en ramas y con otros disfruto a todas horas. El bosque se ha teñido de una bonita alfombra roja, amarilla, marrón y morada y mientras las simpáticas ardillas corretean y con las piñas juguetean.
En otoño la ciudad también cambia, hay más gente en sus calles y las personas pasean alegres buscando en todas las esquinas a la mujer que vende castañas calentitas. Más información.