El título “Relatos intangibles” hace alusión a que solo cuando se ha terminado de leer el relato, sin estar ciertas grafías, por innecesarias, se puede saber de lo que “de verdad nos habla”. También son intangibles porque resumen un fondo de emociones a veces difíciles de precisar porque se entremezclan unas y otras y son como cuchillos que traspasan las entrañas, aludiendo tanto a la inteligencia como a la emoción.
Estos diez relatos nos hablan de lo que el paso del tiempo hace con el amor ¿qué faltó en el vínculo? Lo que pasó con la amistad: la perplejidad ante la lejanía del otro. De lo difícil de restaurase de una perdida. De lo valientes que tenemos que ser para vivir la soledad en la vejez. De lo endulzada que está la maternidad. De la incertidumbre en la adolescencia, que es lo que nos atrae o nos aleja de los otros y de los sueños –tan parecidos- que todos tenemos.
Son los mismos temas de los que se ha hablado desde el principio de los tiempos, desde el inicio de la humanidad.
AMPARO GONZÁLEZ TOMÁS
Nació en Alhama de Murcia. Hizo estudios de filosofía y cine. Ha ejercido la profesión de maestra con niños y adultos.
Tiene publicados los libros “Historias Perdidas” (2.017), “Ama de cría –oficios desaparecidos-” (2.020) (obra que fue traducida al inglés en 2.022 y convertida en audiolibro en la ONCE y en sistema Braille) y “Relatos intangibles” (2.025).
Ha participado también en el libro coral “Dieciséis historias que vienen a cuento” con el relato “Ambrosio” (2.019) y en “La Antología del Mar Menor” con el relato “El lagartija” (2.022).
Alumna durante quince años de la escritora y psicoanalista Lola López Modéjar en su taller de escritura creativa, llegó a la lectura con el cómic “El hombre enmascarado”. Más tarde se leyó la colección completa del “Coyote”. Después Pasó a todos los libros de J. Luis Martin Vigil y de ahí a la biblioteca del pueblo. A la escritura llegó en la adolescencia, con sus diarios que, analizados después, están llenos de emociones pero con escaso valor literario.
Creció en un barrio típico de niños en la calle, meriendas mezcladas con tierra y muchas pedradas y chichones. Sabe dónde se ubican sus raíces y desde ellas conversa con el mundo que le ha tocado vivir.